Champagne Cristal
Champagne Cristal Louis Roederer
Hoy quiero hablar en este espacio de uno de los champagnes míticos, una de esas etiquetas que es raro que un aficionado al vino no haya oído hablar de él, pero lo cierto es no tantos han lo descorchado. Una botella nada barata pero que sin duda merece la pena algún día disfrutar aunque solo sea por la historia que hay detrás de esa etiqueta.
Champagne Cristal de Louis Roederer es una cuvee que comenzó a elaborarse a finales del siglo XIX, concretamente en 1876 y fue petición personal del Zar Alejandro II de Rusia, cuando el mercado ruso se convirtió en el gran valedor de esta casa de Champagne. El diseño tan característico de esta cuvee ya surgió desde sus inicios, a petición del Zar, con la elección de esa característica botella transparente recubierta por papel de celulosa anaranjado para defenderlo de la luz.
Se las prometían muy felices, pero la Revolución de 1917 que llevo al derrocamiento del régimen zarista en Rusia y el nombramiento de un gobierno bolchevique (comunista), provocó la pérdida del primer mercado de Louis Roederer y una deuda importante sin cobrar. Los cimientos de la empresa se tambaleaban.
Tardaron varias décadas, pero esta histórica bodega consiguió reflotar y conservar su brillante reputación, y su Cuvee Prestige Cristal se consolidó con una de las grandes referencias de Champagne (quizás la más grande junto con Dom Perignon) en esta ocasión gracias al mercado americano y su asociación indeleble al lujo y al glamour.
Se trata de una cuvee elaborada exclusivamente a partir de viñedos propiedad de la bodega (no olvidemos que Louis Roederer posee 240 ha, solo necesitan comprar el 30 % de la uva para cubrir su producción, cuestión muy poco habitual en la Champaña), trabajados aplicando técnicas de viticultura biodinámica desde 2007 (otra rareza entre las Grandes Maisons). Compuesta habitualmente por un 55-60 % de Pinot Noir que proviene de los pueblos de Verzenay, Verzy, Beaumont-sur-Vesle, Ay y Mareuil-sur-Ay, y un 40-45 % de Chardonnay de Le Mesnil sur Oger, Avize y Cramant. Todos Grand Cru menos Mareuil.
El 25 % de ensamblage ha fermentado y criado en barricas y foudres de roble y como curiosidad no realizan prácticamente nunca fermentación maloláctica para preservar la pureza del terroir y la frescura necesaria que permita envejecer durante muchos años estos champagnes.
Siempre es y ha sido un champagne de añada (Millesime), cuestión que en muchas ocasiones se les ha criticado con dureza, arguyendo que la gran demanda internacional y el negocio que hay detrás se anteponía a la preservación de la calidad de un champagne mítico. Los argumentos de la bodega son sencillos, la gran cantidad de viñedo propio que poseen, les permiten hacer una gran selección de las mejores parcelas en cada añada, lo que posibilidad el mantenimiento de una altísima calidad añada tras añada.
No es un champagne que salga al mercado con un larguísimo periodo de crianza en botella, al igual que ocurre con el resto de cuvees de esta bodega, pero lo que si que es innegable es su tremenda capacidad de evolución y envejecimiento en botella, en mi modesta opinión sustentado principalmente en la tremenda selección de parcelas y suelos que poseen en los mejores viñedos de la región.
He tenido la fortuna, gracias a los buenos amigos que tengo, de probar últimamente hasta 3 añadas de este legendario champagne, en concreto y por este orden fueron un 1983, un 2000 (en el Champagne Weekend de “A la Volé” en Segovia) y recientemente un 2007. Para ser sincero el placer que me provoco esta cuvee fue en decremento del más viejo al más joven. El 83 sencillamente fue un champanazo, un perfecto equilibrio entre el carácter maduro y de juventud, un champagne de una complejidad y armonía nada fáciles de encontrar. El 2000 aun se mostraba con recorrido aunque la añada del inicio del milenio no se caracterizará por ser excesivamente longeva, lo que si dio muestras fue de la elegancia y precisión que singulariza a esta marca. Por último el 2007 fue la última botella que disfrute gracias a la generosidad de un buen amigo en Alicante. El champagne siguió exhibiendo un altísimo nivel, pero me dio que pensar. Quizás no es la mejor añada la 2007, pero lo cierto es que aunque estábamos ante una gran botella, una de las cuvees de mayor prestigio, de coste elevado (entorno a los 180 euros) yo tuve la sensación inicial que afortunadamente a día de hoy podemos disfrutar de botellas de un nivel similar o incluso superior a precios mucho más comedidos, elaborados por algunos de esos vignerons que en mi opinión están contribuyendo a generar una nueva revolución en la Champaña. Sentí la confirmación de que las diferencias se van estrechando. Ahora, el Cristal de 07 que se presentó algo tímido se fue haciendo más grande y más grande cuanto más tiempo permanecía y se atemperaba en la copa, su complejidad se fue haciendo manifiesta, mostró su carácter, una cierta vinosidad diría yo, pero en todo momento si algo le caracterizó fue una elegancia, una sutileza y una cremosidad en la burbuja que pocas veces he sentido tan fina en la boca. Ojala podamos volver a este champagne dentro de al menos 10 años.
Las 3 botellas confirmaron las palabras que algún día leí a Jean-Baptiste Lecaillon chef de cave de Louis Roederer, la esencia de Cristal se basa en la trilogía “Finura, Potencia y Frescura”. Doy fe de ello.