Emoción en el interior de una botella de Champagne
Voy a ser directo desde la primera frase de este texto, estoy absolutamente “enamorado” de este champagne y de este vigneron. Grandes vinos hay muchos, grandes champagnes unos cuantos, pero productores que conmuevan, que vayan más allá del mero disfrute sensorial y acaricien tu lado emocional hay muy pocos. Vouette et Sorbee es uno de ellos.
Champagne Vouette et Sorbee
Bertrand Gautherot (Vouette et Sorbee es el nombre de la bodega cuya denominación contiene el nombre de los 2 viñedos más antiguos de la explotación) llegó a mi vida enológica hace más de 10 años, pero no ha sido hasta este año cuando me ha ayudado definitivamente a darme cuenta de cuales son los champagnes que me emocionan, los que quiero compartir con cualquier persona sensible, los que quiero beber sin pensar, casi sin hablar, los que quiero saborear mirando a los ojos, los que quiero que me acompañen de aquí en adelante, los que quiero que se conviertan en mi forma de vida.
Podría escribir decenas de páginas (y amenazo con que lo haré) de todo lo aprendido y vivido junto a Bertrand en solo 4 días intensos salpicados a lo largo del último año que hemos compartido con él, pero hoy solo quiero ceñirme a la emoción, prefiero explicarlo con pocas palabras e imágenes.
Semanas atrás durante una clase que impartimos sobre Champagne en el Basque Culinary Center, uno de los champagnes que seleccionamos para la ocasión era este Vouette et Sorbee Fidele. La sesión fue muy especial, 20 jóvenes alumnos del master de sumillería, de 8 nacionalidades diferentes, crearon un ambiente singular, desde el minuto uno percibí el interés de todos ellos, la sesión se convirtió en una secuencia continua de preguntas y respuestas, de opiniones y sugerencias, de agitación y sorpresas. Cuando el Fidele resbalo en la copa de todos ellos inicialmente se hizo el silencio, unos se miraban a los otros, llegaron las caras de sorpresa, reaccionaron, uppss, … Hay champagnes que apenas necesitan presentación, que destriparles técnicamente en las distintas fases de cata (visual, olfativa, gustativa,…) personalmente me llega a parecer hasta una cursilada, Fidele es uno de ellos, simplemente observábamos, degustamos, nos miramos, sentimos y compartimos. Sé que muchos pueden pensar (y de hecho lo piensan) que las energías en los vinos es casi cuestión de brujería, una tontada que comienza a arrastrar al “friquismo” del vino, quizás tengan razón, pero yo me declaro creyente. Toda la intensidad que me provoca este champagne fue sentida y percibida por todos los alumnos que me sufrieron esa tarde, solo por ese instante han merecido la pena todas las horas de trabajo en los últimos años que hay detrás de “A la Volé”. Las lágrimas resbalando por la mejilla de 2 de los futuros sumilleres difícilmente se borrarán del disco duro de mi memoria.
No supe y no quise si quiera plantearme como fue posible, pero sin buscarlo, el pasado 7 de julio a las 6 am observando a Bertrand Gautherot aplicando un tratamiento (501 de sílice) a su viña del Sorbee, con su mochila de cobre a la espalda, comprendí la grandeza de este tipo de vinos. La plasticidad, la sensibilidad, la caricia, el ritmo acompasado, la unión de hombre y tierra,… He visto muchas veces esta misma práctica con otros vignerons y en distintos viñedos del mundo, pero nunca sentí lo que sentí en ese momento con Bertrand. Esa misma sensación es la que siento con todos y cada uno de sus vinos y especialmente con su Cuvee Fidele. Sí, es su champagne de inicio de gama, el más accesible, el que más botellas elabora, pero para mi representa la esencia de una variedad uva, la Pinot Noir, el carácter de un viñedo (Vouette y Biaunes en Buxieres sur Arce, Cote des Bar), la sensibilidad de un auténtico vigneron, la energía que debe tener un vino independientemente de su origen para que te pellizque al corazón.
Nunca estaré lo suficientemente agradecido al gran maestro además de por regalarnos tan tremendos champagnes como los que elabora, por haber convencido a su buen amigo Bertrand un día de principios siglo para que este se animara a elaborar sus propios champagnes con el fruto de esos viñedos que llevaba años mimando.
Olvidémonos hoy de Biodinámica, de fases lunares, de crianza en barricas, de sulfuroso o no, de largas o cortas crianzas, dejémonos llevar simplemente por la Emoción, la que me provoca este Vouette et Sorbee Fidele.