Vamos con uno de los representantes más singulares de la nueva generación de vignerons de Champagne, y cuando decimos singular lo decimos por muchos motivos.
Bastien es uno de esos jóvenes champenoise que ha tomado las riendas de la explotación familiar en los últimos años, en este caso una plantación muy pequeña de apenas 1,4 ha de viñedo situadas en el Premier Cru de Chamery, en la cara norte de la Montaña de Reims.
Esta limitación de viñedo lleva a Pointillart a ser un vigneron a tiempo parcial, y es por ello que además vinificar sus parcelas, se está formando y luchando para cumplir su sueño, producir su propio pan a partir de cereales locales. Un tipo que tiene tan pasión por el pan y por el vino ya merece mucho la pena!!
Pero su excepcionalidad no se queda ahí, Bastien ha decidido apostar principalmente por la elaboración de vinos tranquilos, por Coteaux Champenois, la mayoría de su uva se vinifica sin burbujas. Esto es algo muy poco común en una región donde el negocio suele estar en los vinos espumosos, pero él insiste en que “quiero hacer los vinos que a mi me gusta beber”.
Entre 2014 y 2017 estuvo elaborando sus vinos en la bodega Bertrand-Despierre, y a partir de 2018 rehabilitó la pequeña bodega de sus abuelos y allí es donde produce por el momento poco más de 2.000 botellas al año.
Desde 2014 lleva a cabo una viticultura orgánica, que obtuvo la certificación a partir de la añada 2021. Limitación de rendimientos en la viña, vendimia tardía, mínima intervención en bodega…
A finales de 2022 presentó sus primeros Coteaux Champenoise y su primer Champagne con burbujas (que solo elaborará en cantidades muy limitadas y añadas especiales para él). En poco tiempo, y dada la reducidísima producción y particularidad de sus vinos, estos han tenido una gran aceptación y demanda entre los importadores y apasionados de los vinos más puros a nivel mundial.